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25 de agosto de 2010
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Ahí viene don Quijote
Nora Elsa Valdez

En un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme, el pueblo se quejaba de sus gobernantes, quienes en vez de servir, se servían. No se interesaban en atender sus quejas o sus problemas, pues habían llegado al poder con engaños. Lo último que interesaba a esa élite o casta gubernamental, era escuchar al pueblo o resolver sus problemas, y siempre se olvidaba de él cuando, con toda suerte de trampas y tras sus falsas promesas, nuevamente conseguía el anhelado puesto.

Cuando el pueblo se quejaba, sucedía algo parecido a lo que sucedería si alguien le permitiera a un ladrón entrar a su casa, y luego se quejara con él porque le estaba robando sus pertenencias, o porque no quisiera defenderlo de los ladrones. No sucedía absolutamente nada. El problema era que quienes gobernaban y quienes querían los puestos, siempre eran los mismos.

¿Por qué gente sin valores se hizo cargo de dirigir los destinos de ese pueblo? ¿Cómo fue que llegó allí si nadie lo quería y no hacía bien su trabajo? Nadie lo sabía bien, pero había que enderezar eso que estaba torcido, que estaba mal en su gobierno.

Y entonces algunos pensaron, como mucha gente ya había también empezado a pensar, que quienes deberían estar dirigiendo a ese pueblo eran las personas honestas que amaban realmente a ese bueno y sufrido País. Y esas personas eran las que ya estaban trabajando, en pequeños pero valiosos grupos de buenos ciudadanos, y que eran quienes realmente ayudaban a la comunidad; esas personas rara vez o nunca participaban para ocupar puestos en el gobierno.

Una vez, uno de esos buenos ciudadanos idealistas quiso dirigir su País, pero como siempre, las trampas de los que siempre hacían trampas, no se lo permitieron, aunque casi lo logró. Ahora los buenos ciudadanos se empezaron a acordar de él, al darse cuenta de que una vez más, todo había sido un gran engaño, y nuevamente sus problemas y necesidades eran olvidados y las acciones en su perjuicio eran cada vez peores y más descaradas.

Un día, algunos ciudadanos preocupados tuvieron la brillante idea de que, para liberarse de la esclavitud política en la que habían caído, quizá podrían conseguir la unión de todos esos pequeños grupos de buenos ciudadanos, quienes con el tiempo ya habían demostrado su amor por la comunidad y su altruismo, pues trabajaban sin ningún interés económico, sino únicamente por su amor incondicional a la humanidad.

Pensaron que quizá, si se lograba que todos esos grupos de buenos ciudadanos, que ya eran muchos, encontraran un valiente y honesto líder que pensara igual que ellos, podrían volver a su pueblo el orden y la paz que todos añoraban, pues ya habían transcurrido muchos años durante los cuales, poco a poco y sin saber cómo, a todos les habían ido robando, cada vez más, sus ideales, sus sueños, sus ilusiones, sus trabajos, sus derechos, su patrimonio y hasta su vida.

En estos momentos esos buenos ciudadanos se encuentran buscando al líder honesto que necesitan para darle su apoyo y además se han dado a la tarea de invitar a todos los pequeños grupos altruistas que conocen. Y éstos se han estado uniendo alegremente a su plan de lograr completamente la unificación de todos los buenos ciudadanos, ya que son una total mayoría, pues los malvados abusadores son muy poquitos, y además tienen mucho miedo porque saben que en cuanto salgan a la luz todos sus delitos y maldades, se acabará su poder que es de papel, pues está basado únicamente en mentiras, y tendrán que correr muy lejos a esconderse para no ser castigados.

Falta muy poco para que Don Quijote vuelva a ser la inspiración para otra gran hazaña. Creo que los molinos de viento deberían empezar a temblar, y a correr…

 

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